Oasis de Esperanza de Gerson Paredes Coz
Antología de Poesía de Nuevo Pachacutec-Oasis de Esperanza Literatura Pachacutana por Yerko Introducción por Carlos Bayona Mejía Homenaje A Pachacútec por Tania Valencia El Guardián De La Montaña por Harold Alva Conquistadores De Arena por Carlos Bayona Mejía Prolongación Del Misterio Por Carlos Bayona Mejía Balada De Un Camarero Por Carlos Bayona Mejía Lluvia De Tortugas por Yerko Ellos Son Mis Hermanos por Dios Dado Memoria Del Polvo por Dios Dado Poema 10 por Clemente Orbegozo “El Gato Rojo” La Noche De Pachacutec por Manuel Rayme 3 De Febrero por Dioni Toribio Tamayo Acusados Injustamente El Extremo Del Gran Círculo por Yerko Y Este Año También Germinó La Montaña por Moisés Vargas- Machuca Ferreyra
LITERATURA PACHACUTANA
PRESENTACIÓN
Al llegar desde el Oriente con sus guerreros de elite, el inca decidió reposar sobre un gran cerro, al norte de la
ciudad. Mientras observaba el mar, recordaba sus viajes transoceánicos; de pronto, sus vigías anunciaron la llegada de
sanguinarios perseguidores. Encomendó al condor real de la luna, amante del arco iris y el viento, avizorando una lucha
desigual, al ritmo de una música suave y melodiosa, comenzó a entonar la canción de ocultamiento, que es la canción del
sol. El inca y su corte fueron sumidos en un sueño mágico y puestos a buen recaudo, en su lugar quedaron inmensas
formaciones, que confundieron al enemigo. Al costado, casi por el hombro, la cabeza de un enorme simio, quedó en vigilia
hacia el sur.
El rostro del Inca se halla, desde entonces, en contemplación infinita. Los pobladores del lugar relatan que a veces
sonríe y a veces está triste. Progresivamente, dicen, completará su cuerpo entero, aquel día temblará la tierra y se
producirá la gran transformación (Pachakuti).
Al centro de la montaña, tres gigantes leones, un gran macho y dos cachorros, cual dinosaurios, observan el norte. Sobre
estos, se yergue una colosal hormiga. Al lado izquierdo, un buitre espera con paciencia.
Al pie de la montaña, crece la ciudad burbuja cuyos habitantes enrojecen sus almas tratando de sembrar sueños entre
tortugas y gaviotas. Superados los tiempos de barbarie, quedan rezagos de una generación gloriosa, cuya piel nos
corresponde.
Esta es la historia de un pueblo místico que emigró de la ciudad al desierto, del cual fuimos testigos privilegiados.
Sus habitantes tienen rostros labrados por el fuego. Todos nos reconocen por la piel dorada y nuestros calzados de
arena.
¡Abrid camino, que hemos llegado!
Yerko
INTRODUCCIÓN
“ Así hemos de quedar, como un canto celeste un punto en el infinito, donde el sol y los astros se han de pasar buscando e introduciéndose en los cuerpos de estos juglares”
CBM
Procedían de otras tierras, los acompañaron sus ánimos a cuestas y esa valentía de buscar una sombra. Así entre toda esa
muchedumbre, llegaron individuos pintando sus quehaceres cotidianos, cantantes que refrescaban el alma, poetas
alimentando el espíritu de los pobladores... Es obvio que en nuestro país repentinamente nacen los pueblos, así nacen
también los poetas.
“Al pie de la montaña. Crece la ciudad burbuja, cuyos habitantes enrojecen sus almas” declara Yerko, quien refleja ya un
entorno de lo que será más tarde, pues Yerko, el poeta de la montaña, encuentra los elementos adecuados para un cuadro
poético visionario.
“Quiso Dios crear un imperio/ Partiendo de Villa y acampando en Pachácutec”, dice la poeta Tania Valencia, evocando el
nombre que le sale como una llama y lo arroja hacia el exterior plastificando con sus matices que ella domina. “Yo he
trepado por sus cuerdas/ He contemplado las alas del cóndor,/ el pico,/ las garras,/ la túnica sagrada que protege”,
anuncia Harold Alva-Viale, el poeta visitante con la voz retumbante que hizo prevalecer entre todos nosotros. “Algunos
conquistadores/ de arenas olvidadas/ Me dijeron tener la mirada/ Color del precipicio/ Que fui exactamente/ Ese varón
clamando libertad”, plantea el suscrito con una voz propia sacada de los caminos cuyos pueblos lo alimentan. “Una niña
violeta pasa cantando/ Salvando náufragos de la inocencia/ Abre cartas escondidas en la madre del silencio”, es la voz
de Clemente Orbegozo (“El gato rojo”), quien de una manera estrámbotica, mira el mar, y en ella le asalta el color
interno reverdeciendo su aventura. “Ya no me tienes/ en tus planes/ Déjame escaparme/ con mis versos empacados en papel
periodico”. He aquí, la soltura y sencillez literaria de Sandro Tello, frente a una realidad que se vive en un mundo
compacto. Cabe resaltar, que los cuerpos palpitantes llenan esa magia musical de Manuel Rayme, quien recoge el encargo
del cielo: “La lluvia roja baña las semillas/ Enterrada para los niños descalzos” . Todo se entrelaza a la vida misma
que se vive. De ello habla en su música impecable Dioni Toribio Tamayo (la encantadora de Caujul), recogiendo los
sucesos ocurridos, tal como expresa en la fuga de unos de sus huaynos: “Ahí van nuestros vecinos/ A traer pescado
fresco/ Comeremos sudadito/ cevichito y jalea fresquecitos/ ¡Ay qué rico!”. No cabe duda que en ciudad Pachacútec hay
una riqueza intelectual preponderante que servirá para las generaciones futuras. Aquí debo resaltar que, como salido de
una hoja de la historia peruana, camina por los arenales, un personaje muy conocido entre nosotros, el filósofo bohemio
Moisés Vargas – Machuca que va recogiendo historias para el mañana, igual que recoge especies de la flora de nuestra
gran montaña.
Los que ha diarios vemos estas tierras con ojos de cariño, esperamos cada invierno el repetir anual de la germinación,
cubriendo nuestra erizadas colinas de matices verdes. Vemos también arribar a esta ciudad mística, a nuevos personajes
quizá para siempre; así varó por estos arenales el poeta Dios Dado , clamando “O viento.../ Oh polvo ...// Aquí yaces
todavía/ Con tu cabellera trenzada en las esteras/ Con tus pestañas rizadas en los parques//... Con tu ímpetu de
artista/ Aprendiendo en todos los confines y/ Allende mar y los arrecifes//... Oh polvo memorable//... Aquí yaces
todavía/ Con tu corazón de vereda/ Y tu cántico en el pecho de los hombres.” Se nota pues el inmenso material artístico
existente: esteras, montaña, arenal, vientos de la tarde, etc.
Cuando el sol aparece y los carros como la “41”, la “VC” y la “87” compiten por un pasajero, a eso de las doce del día,
de la ventana surge una sonrisa angelical, ella viene con su mirada tejida de historias poéticas y la sonrisa de carmín
subiendo a la Cabaña del Arte. Bueno es mencionar a una de las musas de Pachacútec, Mariela Quesada, quien al igual que
la poeta Silvia Vidalón “Boca de Uva” se ha ganado el corazón del pueblo, así como se lo ganan aquellos que plasman
pictóricamente la playa “Costa Blanca” y “Lance” con sus caballetes a cuestas para un cuadro universal. Me refiero a
Pedro Bayona Mejía y Amadeo Flores, representantes de la plástica pachacutana y por supuesto, peruana.
Finalmente parafraseando al poeta Ángel Izquierdo Duclós asiduo testigo y admirador de nuestra comuna: “ Cuando me vaya
de este mundo en primavera/ Cuando los árboles se tuteen con el viento/ y los pájaros mis melodías canten/ un punto en
el Océano/ como un barco en el horizonte/ reflejará mi alma. Terminó con nostalgia y anuncio la partida; más el recuerdo
quedará impregnado para siempre.
Evidentemente la historia continua, pues ya están todos los mencionados en este libro, voces que serán más tarde los
representantes en la LITERATURA DE PACHACÚTEC.
Piedra, Sol, Mar y Esteras
Carlos Bayona Mejía.
Partieron de Sucot y acamparon en Etam, que está en la proximidad del desierto. Yavé
iba delante de ellos señalándoles el camino: de día iba en una columna de nube; de noche
en una columna de fuego, iluminándolos para que anduvieran de noche
como de día.
Éxodo 13:21
HOMENAJE A PACHACÚTEC A Alexandra, mi voz viajera Quiso Dios crear un gran imperio Partiendo de Villa y acampando en Pachacútec Así comienza nuestra historia Fundada por personas luchadoras Así extendimos nuestros dominios Realizando gran desarrollo Allí tenemos ya las primeras obras Así crecerá vuestra gloria Como crece nuestra sombra Llegado el medio día. En los meses de nuestro aniversario Nuestro natalicio es una bendición De esperanza para los Pachacutanos de corazón En este desierto cultivamos La esperanza que dormía Sembrando nuestras raíces Y cultivando nuestros árboles Que nos brindarán su sombra En los meses de nuestro aniversario. Allí tenemos ya también nuestro mar Que nos brinda sus ricas playas En los meses de verano. Cuando el invierno llega Despierta la esperanza Para nuestro cerro gorila Porque será bañado Después de una larga espera Se vestirá de verde y mostrará La tierra su libertad Y ensueño diciendo: ¡Viva Pachacútec, tierra de gran hermandad!. Tania Valencia. / Sector D
EL GUARDIÁN DE LA MONTAÑA
Nadie intuye que a lo lejos Los hijos del sol Han proclamado su regreso
No eran las orejas de la noche Los cielos invertidos del santuario; Allí había algo que encendía Las calles oscuras de mi lengua, La tribu estaba lejos Y lejos los motores que silencian El aullido de las fieras. La tribu era un bar, Una mesa; Dos copas de baccarat al filo de la angustia, Un cazador de espejismos Atrapado en la memoria Como un poste de concreto que maldice El trote de los pajáros que oculto. No era el uniforme de la espuma El signo de los músculos del alba, Tampoco la humedad de su cadáver Los ojos del cuervo que nacía; Era un ejército celeste, Un escuadrón de tortugas que en la arena Había mudado de piel, De lengua y maleficios; Un escorpión de fuego inclinado Expulsaba de la cola El hígado mortal encadenado. Allí Había demasiado. La carne daba vida a las esteras Y las esteras se multiplicaron Con el amor Y el hambre de otra tribu. Allí, Sobre las chozas Rutilaban los pigmentos de otra sangre; No era una ilusión óptica: Era el gigante descubierto, el protegido de los Apus, La piedra de antiguos alfabetos. Yo he trepado por sus cuerdas He contemplado las alas del cóndor, El pico, Las garras, La túnica sagrada que protege Al brujo que la tribu ha proclamado El Guardián de la montañaHarold Alva – Viale
CONQUISTADORES DE ARENA Algunos conquistadores De arenas olvidadas Me dijeron tener la mirada Color del precipicio. Que fui exactamente ese varón Clamando libertad, En el celeste atardecer De la cordura. Se me acusa de haber robado El reflejo tierno de una muchacha. De mostrarle la verdadera historia Señalarle un sin número de utopías. De haberle obsequiado La musicalidad de los violines. Nunca supe amalgamar mi soledad. Siempre desperté a los solfeos. Es evidente, todos saben que llevo A cuestas mis rebaños. Renuevo al filo de las estaciones, Estos sueños ahuecados y sin nombre. Ahora prosigo, ¡No me tumbo! Soy y debo ser Aquel, tocando la puerta De los pueblos. Carlos Bayona
PROLONGACIÓN DEL MISTERIO Porque somos árboles milenarios En nuestras cabelleras manchadas de estaciones Llegan pájaros agoreros. Arrieros buscando el aire y la sombra. No importa cual sembrador, con qué sombrero Nos tiraron en dúctiles tierras. Pero somos al final y al cabo árboles fuertes y profundos. Nos cortan, nos rebanan las coronas. Nos vuelven estúpidos a veces Podándonos el alma; nos quitan nuestra fuente De vida. Como siempre somos resistentes A las mutilaciones. Crecen crispados dedos, La libertad ensayando nuevos vientos. La tierra alimenta nuestras voces. Nacen embriones vestidos de alegría Y firmamento. Pues en nosotros queda La prolongación del misterio; la luz y nuestras vidas Colgándose del tiempo. Carlos Bayona
BALADA DE UN CAMARERO No hay mejoras en este pedazo de tierra Aquí, los peces pirañas Se ensañan con hierbas que nacen Una carcajada de mimo Es suficiente para continuar En la trama de cirquero. Todos los floristas han aprendido A ponerse la camiseta prismática, Ofreciendo más luz, nuevas páginas Un correo cibernético. La tríptica balada, cala El rojizo corazón de los humanos ¡Vivan las estrellas! El plato de frijoles, Las calles con pancartas El papel cuadrado Las abstractas semillas. Nosotros nos quedamos Tocando campanas Y no sabemos reclamar a los cristales. ¡Adelante noche! Relámpagos de universo, retinas Envainadas en el ropaje. Aquí la última palabra debe soldarse con el tiempo. Carlos Bayona
LLUVIA DE TORTUGAS
A los habitantes de primeras ciudades
Del cielo desposeído Bajaron tortugas Con caparazones de esteras Todas las noches llegaron sin cesar Y cavaron sus nidos Del mar a la montaña Algunas sucumbieron por el fuego Otras retornaron al océano Las que sobreviven Cubren sus heridas con vendaje azul Los niños de arena Tienen extraños juguetes Arrean con palillos grillos arañas Al interior de las tortugas (Lejos del bullicio duerme un alacrán albino) Así comienza, la nueva historia. Yerko
ELLOS SON MIS HERMANOS
A los desposeídos
El perro sarmentoso que orina en la esquina de enfrente El mendigo aquél por quien lloró su madre la pobre loca El borrachín que entona canciones fieras allá en los bares El que otea los hostales cabizbajo y sin un céntimo El que recorre anchas avenidas en busca de trabajo Y es más ancha su desesperación todavía El joven de cabellos largos y celestes El que cayó ayer a un pozo y salió ileso El que perdió su vida en un billar y la jugó A ciento y a dos veces El que ronca boca abajo y no le importa ya el silencio O si le importa sonríe a mandíbula batiente Con Francois Villón y con vallejo El que cita sus versos por teléfono El que come la ostia de su hambre a duras penas mojándola en el cáliz de su sed El que brinda con su amor y su ternura El que viaja a pie kilómetros de sueños El que navega hacia ninguna parte porque esa ninguna parte es la eternidad El que escribe de sí con su propia sangre hasta su última pena en el libro blanco de la naturaleza El que lucha por los demás continuamente sin hastiarse nunca El que vive al día. El que muere de luz y de justicia El fiel enamorado. El empedernido aventurero El mochilero misio. El bacán el chevere el causa El nadie. El de tan siempre y de tan lejos. Ellos son mis hermanos. Dios dado
MEMORIA DEL POLVO Oh viento... Oh polvo... Aquí yaces todavía Con tu cabellera trenzada en las esteras Con tus pestañas rizadas en los parques Con tus ojos hechos de los tréboles Con tu boca abierta en los buzones Con tus hombros labrados en los muros Con tu cuerpo de papeles Con tus manos prestadas a los pájaros Con tus pies de liebre y de venado Con tu belleza de los girasoles Con tu mugre de los niños desnutridos Con tu ímpetu de artista Aprendido en todos los confines y Allende la mar y los arrecifes. Oh polvo memorable Aquí yaces todavía Con tu corazón de vereda Y tu cántico en el pecho de los hombres. Dios Dado
POEMA 10 Una niña violeta pasa cantando Salvando náufragos de la inocencia Abre cartas escondidas en la madre del silencio Lanza besos al viento desde el fuego Acaso tenga un hijo en la arena de sus labios Que tienen miedo de partir Acaso tenga las manos cansadas de primaveras Acaso de otoños con sus ocasos de lana A veces se sienta en las rodillas de las piedras O en la voz del mar O en los ojos de un gorrión O debajo de mis uñas A veces es una suicida de abril en agosto Y se esconde bajo la camisa de mis labios cuaternarios. Clemente Orbegozo “El gato rojo”
LA NOCHE DE PACHACUTEC Desde el cerro del Inka Encomendados por el sol Bajaron los guerreros dorados Hacia la gran batalla del desierto. Muchos cayeron sin luchar Otros se extraviaron con las gaviotas Los demás combatían sudorosos Llegaron los refuerzos y arrinconaron Al ejercito del trueno La guerra parecía ganada Los combatientes usaban su inteligencia Y sus proyectiles de semillas multicolores Sin embargo un dardo emvenenado Dañó la espalda del guardián de flores azules La noche llegó con su cabellera de muerte. En la última batalla Los guerreros fueron cayendo Uno a uno a pesar de los esfuerzos. La inmolación fue por honor y dignidad Por la voluntad de nuestro pueblo. Muchos no retornaron a casa La PACHAMAMA cubrió su rostro Con el manto denso de neblina. La lluvia roja baña las semillas Enterrada para los niños descalzos. Manuel Rayme
3 DE FEBRERO Todos los años el 3 de febrero Se celebra nuestro aniversario Nos reunimos los 5 sectores A celebrar con bombos y platillos. Nuestros hermanos que dieron el primer paso Los asesinaron a sangre fría Gracias a ellos nos reubicaron En nuestra tierra de pachacútec Señor presidente de Pachacútec Sus secretarios que lo conforman También recordemos a nuestros hermanos Que dieron su vida por un suelo propio. Mi pachacútec tierra querida Separadito por 5 sectores Ciudad mística del Cerro gorila Con vista a la playa Costa Blanca FUGA Ahí van nuestros vecinos A traer pescado fresco Comeremos sudadito Cevichito y jalea fresquecitos ¡Ay que rico! Letra y Música DIONI TORIBIO TAMAYO La Encantadora de Caujul DERECHOS RESERVADOS
ACUSADOS INJUSTAMENTE A las once de la mañana Prisioneros los tomaron Acusados por unas personas Por un crimen que no cometieron Con qué destino habremos salido De mi tierra Pachacútec Para los pobres no hay justicia Para los corruptos si hay justicia A la ocho de la noche, prisioneros Fueron llevados al penal Sarita Colonia Acusados injustamente Señalados como asesinos Ellos fueron noticias De la prensa y los diarios Publicados fueron sus rostros Interrogados sus familiares FUGA Ahora quien nos defenderá Dice Willy Palacios y Jaime Ortiz Yolanda Suarez, Michel Terrones José Lescano y Santos Calderon Letra y Música DIONI TORIBIO TAMAYO La Encantadora de Caujul DERECHOS RESERVADOS
EL EXTREMO DEL GRAN CÍRCULO (El número que buscaba y abstrajo sus entrañas yace entre sueños la primera clave es la cima del verbo hecho carne bajó a la ciudad perdida fue transformándose en asfalto espantado, huyó al desierto hasta llegar a la montaña del gorila allá doma dinosaurios moteados y habitan en cuevas, una de ellas contiene el enigma)
Y ESTE AÑO TAMBIÉN GERMINÓ LA MONTAÑA
Dedico estas líneas hechas con todo lo mejor de mí, a las mujeres, hombres, niños, viejos y jóvenes venidos de los
25
confines de mi Perú, que aprendemos a ser concientes de nuestro destino de salir de la pobreza material, que buscan
su
identidad cultural en esta hoy eriaza tierra chala para creaer un fértil mañana de esperanza y solidaridad.
Quienes vemos estas tierras con ojos de cariño, esperamos cada invierno el repetir anual de la germinación cubriendo
nuestras eriazas colinas de matices verdes, cuando se inicia el reinado largo de la Kamanchaka y la garúa, con su
intenso frío acentuado por la humedad. En este hermoso altozano que es Ciudad Pachacútec, elevado a más de 200
metros
sobre el nivel del mar, se da un fenómeno sin igual en los valles del Rimac y el Chillón: el clima de lomas costeras
–
que sólo se repite en Manchay y Lachay- donde llovizna y bruma fecundan nuestras alturas entre las cuales está el
Cerro
Gorila (visto desde el Oeste) o como yo también le llamo: Cerro del Yunga (visto desde el sur)... del inca lo nombra
Yerko.
Desde los iniciales días cuando recién poblamos, quienes viven cerca las lomas, comenzaron a subir extasiados por
entre
esas laderas llenas de plantas silvestres hasta alcanzar las enormes piedras (wankas les llamaban los yungas)
cubiertas
de musgo. Los que habitamos mirando el mar, perplejos ante ese inusual verdor, poco después remontamos las cuestas,
llevando niños a volar cometas, recoger plantas, descubrir las formas de Gorila, el Cóndor, la tortuga, la loba
marina y
tantas más.
Cuando nos contaron sobre el “Recital en la Montaña” realizado por un extraño morador del sector A en Setiembre del
2001
valoramos aún más el significado de estos cerros que obsequian su misterio de mil artistas. Pasaron los meses y ese
vecino organizó otro recital en Abril del 2002; así lo comenzamos a conocer y estimar: era El Guardían de la Montaña
(Yerko en la estela de los poetas).
A partir de allí – contagiados de su empeño- los pachacutanos nos interesamos más por nuestras elevaciones, eriazas
en
verano, verdes en invierno. En toda época del año las caminatas de ascenso jamás cesan y nunca dejamos de
maravillarnos.
Pero siempre surge una pregunta ¿Porqué crece la vegetación? Cuando les contesto “es gracias a la Kamanchaka” se
quedan
intrigados, les reitero “es la Kamanchaka”, esa densa niebla que viene desde la mar empujada por el viento,
fertilizando
nuestro suelo de arena y esperanza.
Garúa y niebla van humedeciendo dormidas semillas. Abundante Kamanchaka, condensación de mar y viento frío viene con
lágrimas espermáticas a seminar la dura arena del cerro pachacutano y su séquito de lomas. El aliento – dicen – de
los
Apus Pariacaca y Huallallo se unió con aguas de la Cochamama originando esa nutriente Kamanchaka, que hace germinar
la
silvestre papa, pequeñita, aparentemente inútil, transformada luego por ancestrales warmis y runas en nuestro más
importante alimento, esparcido ahora en todo el orbe.
Algunos, no sin razón, reniegan que esa humedad causa malestares: tos, estornudos, gripe; pero si bien la bruma trae
frío y enfermedades, tiene su lado bueno: fecunda las sedientas laderas dándoles vida, transformando lo eriazo en
verdor. Personalmente le increpo a la densa niebla el ocultarme la vista de mi añorada Isla San Lorenzo (los
mochicas le
llamaban Sina) y la bahía marinera de mi natal Callao; privándome la visión nocturna del pishco ventanillense de
neón y
las constelaciones que desde mi patio escudriño: orión y la Cruz del Sur. A esa niebla hemanada de impertinente
llovizna
se le culpa de entristecer el ánimo, sin embargo aquel extenso manto de nubes color plomizo que impide el brillo
solar
paradójicamente trae vida. No la juzgen por vuestra melancolía, no busquen en ella la causa de su depresión: Sí, es
contradictoria, trae perjuicio, corroe la madera y la estera, garúa que desfonda y rasga los techos de vendaje azul,
sin
embargo también preña las lomas, rocío que florece jardines y hermosea la montaña. Para nosotros los chalacos, la
Kamanchaka es bivamente, la dicotomía del mundo yunga: tiene algo de positivo y a la vez negativo.
Este año había preocupación, pues anteriormente desde Junio empezaba a verdear, pero llegó Julio y no había señales
de
germinación. Temimos los peor, que la excesiva peregrinación al cerro hubiese matado las semillas. Ya nos dolía su
ausencia cuando por fin aparecieron los diminutos retoños a principios del octavo mes, como un canto poético a
nuestras
tierras para que nunca más volvamos a temer. Reiteremos el compromiso de cuidar nuestro ecosistema que va desde las
lomas hasta las recónditas cuevas de las playas pachacutanas. Preservemos los dones naturales que el altísimo ha
hecho
para nosotros. Ahora podemos decir con alegría: Y ESTE AÑO TAMBIÉN GERMINÓ LA MONTAÑA.
Invierno del 2003
Moisés Vargas- Machuca Ferreyra