EL EXTREMO DEL GRAN CIRCULO
(El número que buscaba
y abstrajo sus entrañas
yace entre sueños
la primera clave es la cima
del verbo
hecho carne bajó a la ciudad perdida
fue transformándose en asfalto
espantado, huyó al desierto
hasta llegar a la montaña del gorila
allá doma dinosaurios moteados
y habita en cuevas,
Una de ellas contiene el enigma.)
No entiendo tu lógica, primero me hieres y luego aparezco al centro del arco iris. Tal vez, no seas más que un reflejo
de los tiempos en reloj de sombra.
Me alejé por voluntad propia y en este valle fui testigo de la destrucción. El único dios era el desorden, entonces
clamé:¡Tú que eres perfecto, haz que no se apague el sueño de las rosas!
He llegado lejos. Al pie de la montaña, donde los desplazados, aquellos que les fue borrada la memoria, construyen una
gran ciudad. En las noches, convertido en águila, ame a las gaviotas y golondrinas de velo oscuro. Mas, en cada
invierno, los verdugos quemaban casas, deshojaban flores y arrastraban inocentes en bolsas de carbono. Remolinos de
arena sepultaban voces. Los sobrevivientes, anudaban sus lenguas y sellaban sus ojos, respiraban a escondidas.
Pensamientos y cantutas eran escasos.
Al recibir la señal, escogí halcones guerreros y como huracanes, durante meses acechamos al dragón, con espadas de filos
múltiples decapitamos sin compasión sus cabezas. Mas, sin sentirlo, fui herido por la noche. Perdí el camino...
La lluvia limpia los valles rojos de mi torso desnudo.
En mi bolso llevo el viejo libro de la quebrada, a través de su lectura he hallado el fuego, el fuego que comparto en
cuevas.
Limpio mi espada.
Ausculto voces. debo estar esquizofrénico dicen...
No desestimo tu ribera. Se me alcanza un olivo...
Llévame ahora. Envuélveme en el sueño puente.
El niño de arena se arrodilla y clama entre muchedumbre.
No olvides, son voces diferentes.
Señor sin rostro, uno solo es el camino. ¿No oyes la canción?
(Págs. 89 y 90)
LLUVIA DE TORTUGAS
A los habitantes de primeras ciudades.
Del cielo desposeído
Bajaron tortugas
Con caparazones de esteras
Todas las noches llegaron sin cesar
Y cavaron sus nidos
Del mar a la montaña
Algunas sucumbieron por el fuego
Otras retornaron al océano
Las que sobreviven
Cubren sus heridas con vendaje azul
Los niños de arena
Tienen extraños juguetes
Arrean con palitos grillos y arañas
Al interior de las tortugas
(Lejos del bullicio
duerme un alacrán albino)
Así comienza, la nueva historia.